miércoles, 28 de mayo de 2014

EL 25M. Por un análisis detenido para la orientación de toda Izquierda Unida. Por Carlos Gutiérrez.


EL 25M. Por un análisis detenido para la orientación de toda izquierda Unida. Por Carlos Gutiérrez.

Como era de esperar, cumpliendo un ritual ensayado y apenas acabado el recuento de las urnas, se iniciaba el carrusel de declaraciones de los candidatos y portavoces. Los ganadores, no todos,  anunciando un nuevo tiempo a partir de su triunfo y los otros –los castigados por la voluntad de los votantes-,  rebajando la dimensión de su retroceso a partir de datos y razones  siempre bien escogidos. Tampoco todos en esta ocasión.

Por la brecha abierta por esas primeras declaraciones se internan luego la legión de comentaristas, analistas y tertulianos (estos de enhorabuena dada la cotización que su papel  ha alcanzado en estos comicios en la figura de varios  colegas).

Y finalmente, pero nunca los últimos, dirigentes de partido y cargos públicos, en fase de jubilación o que pelean duramente por su ascenso en el organigrama interno o por su inclusión en las próximas listas,  aciertan también a colocar en los medios su “mercancía”: su análisis de lo sucedido y, por supuesto, de lo que ahora debe hacer su propio partido   que, evidentemente y de manera sospechosa,  siempre coincide con la posición que viniera manteniendo el susodicho previa a la celebración de las elecciones de que se trate.

A todo esto ya estábamos acostumbrados. No le prestábamos mucha atención. Con pocas semanas, a veces días, se iba diluyendo y no quedaba apenas nada de ese nuevo tiempo anunciado, de los atenuantes del fracaso propio ni del tan interesado  como superficial consejo del político a su partido.

Pero en esta ocasión, junto a alguna otra diferencia de calado (la dimisión de alguien siempre nos llama la atención en este país), a poco que lo pensemos, quienes estamos comprometidos con la izquierda podemos encontrar  algo realmente original: ganar y en cambio parecer que se ha perdido.

Sí, claro, me refiero a IU.

Sé que es con la más loable de las intenciones –impulsar la victoria definitiva de la izquierda toda en las elecciones de dentro de un año y poner así final a este ciclo de empobrecimiento de la mayoría social- pero se me ocurre que, en los análisis y artículos de algunos compañeros y hasta dirigentes,  se da por natural y hasta escaso el resultado que Izquierda Unida ha alcanzado en estas elecciones del 25M. Es un error. Basta con ver los resultados de los componentes del Partido de la Izquierda Europea han logrado en otros países. Incluso en países rescatados de verdad. En ninguno se ha multiplicado por tres los votos, el porcentaje y los diputados electos como en España.

Siempre les queda Syriza, claro. Pero su éxito, que es de toda la izquierda, no puede leerse fuera del vía crucis social de Grecia en esta crisis  (solo equiparable con el nuestro desde la demagogia más pedestre) y las características de su entramado institucional y de partidos. Es la excepción y no la regla.

Nada será posible (ni siquiera entendernos) sino es a partir de cierta honestidad en el reconocimiento, sin subterfugios ni medidas palabras, del gran avance y reconocimiento social del proyecto y el discurso de Izquierda Unida  que significan los resultados de las elecciones recién celebradas. Aunque no se compartan ni el proyecto ni el discurso. Ni la candidatura.

En cambio se contemplan los resultados –espectaculares nadie lo discute- de Podemos, o sea de Pablo, con un papanatismo acrítico que descarta siquiera analizar el papel de cadenas privadas en la construcción y éxito del personaje o los mensajes de populismo descarnado que también se cobijan con gran protagonismo en el discurso de la revelación de estas elecciones.

Así no vale. Así nadie nos vamos a creer las recetas que luego  se proponen (las mismas, por otra parte, que los mismos propusieron en 2011 y 2009) y  que se presentan como conclusión de un análisis inexistente lleno de obviedades y falto a de siquiera un amago de rigor.

Y ya puestos, ¿alguno de estos compañeros considera posible cualquier mayoría alternativa  a la derecha austericida sin contar con cierta recuperación electoral del espacio socialista amen, evidentemente, de su reorientación política?

Evitar debates en falso y partir de lo que nos es común, lo que compartimos,  será de gran ayuda para colectivamente afrontar, desde la fortaleza que nos dan los resultados del 25M y la responsabilidad de derrotar al PP y las derechas,  las tareas que tenemos por delante. Aunque sea más lento.

Podemos empezar por analizar detenidamente lo que los ciudadanos y ciudadanas han dicho este pasado domingo.

Carlos Gutiérrez.

viernes, 23 de mayo de 2014

La importancia de las elecciones europeas, por Antonio Márquez de Alcalá

La importancia de las elecciones europeas.

Las elecciones de este domingo, 25 de mayo, tienen una importancia histórica, política y social  fundamental, a pesar de la apatía con que, según las encuestas, son percibidas por una parte de la  población. Una apatía contraproducente para la mayoría y beneficiosa para los artífices de la  vorágine de degradación social en la que se sume la población europea, particularmente la de los  países del sur. Las tres instituciones que constituyen la Troika, Banco Central Europeo (BCE),  Comisión Europea (CE) y Fondo Monetario Internacional (FMI), son quienes marcan las políticas que guían los planes de ajuste y las agendas de los diferentes países de la UE, en beneficio de  oligopolios, entidades financieras y compañías transnacionales, y en detrimento de la población trabajadora, y de los derechos sociales y civiles que décadas de lucha han costado a los pueblos de  Europa. Los desahucios, el desempleo masivo, las reformas laborales, el descenso generalizado de  los salarios, el desmantelamiento de la sanidad y la educación, el aumento de la pobreza y de la exclusión social, la emigración forzosa de los jóvenes, o el retroceso en los derechos de las mujeres y las minorías, tienen su origen en estos organismos. En este sentido, la reforma del artículo 135 de la Constitución española, pactada por el PSOE y el PP en septiembre de 2011 y que establece como prioritario el pago de la deuda pública por encima de los gastos sociales, no fue producto de un acuerdo necesario y aséptico para la recuperación del país, como tratan de vendernos ambos partidos, sino que venía dictada desde instancias opacas al control democrático, constituyendo un ejemplo paradigmático del rol que juegan los gobiernos nacionales en la UE.

Las instituciones de la Troika, completamente ajenas a cualquier tipo de rendición de cuentas ante la ciudadanía, pueden sin embargo verse frenadas en gran medida por la acción política que ejerza el Parlamento Europeo, única institución de la UE elegida directamente por los ciudadanos y a cuya renovación nos dirigimos este domingo. Pero para que esa acción sea posible es necesario que fuerzas políticas de izquierda, contrarias a las políticas suicidas de ajuste y desregulación de la Troika, sean mayoría en el Parlamento, pudiendo así revertir el desastre y devolver la soberanía a los Estados y a los ciudadanos. Y esto sólo es factible si se produce una fuerte movilización del voto en favor de estas opciones.

Por otro lado, en el caso de los países del sur de Europa (España, Italia, Grecia, Portugal) e Irlanda, la situación es particularmente grave y el escenario se dirige al que ya hemos visto en Grecia, con un drama social y humano de proporciones desconocidas en Europa desde el final de la II Guerra Mundial. Sólo la acción conjunta de las fuerzas de izquierda de estos países puede hacer cambiar la balanza de poder en la UE, en favor de unas políticas más equilibradas entre Estados y regiones. Aquí las ilusiones retóricas sobre una posible salida del euro no garantizan nada. Recordemos que fueron la Troika y el gobierno alemán quienes amenazaron a Grecia con la salida del euro en 2012 si no aplicaba los recortes y cumplía con el pago de la deuda. Una salida del euro no es en absoluto garantía de independencia económica ni de quita de la deuda, sino que puede convertirse en todo lo contrario, a saber, la consagración de los países del sur como economías periféricas, empobrecidas y
dependientes.

Esto nos lleva, además, a otro peligro que existe en esta cita electoral: las políticas de ajuste, la pérdida de derechos y el expolio de los recursos públicos, se están imponiendo de manera expeditiva recurriendo al miedo, y ese miedo empuja a sectores desesperados a apoyar soluciones de extrema derecha. La retórica demagógica que busca en la salvación nacional y en el ataque al chivo expiatorio de la inmigración la vía de escape para la frustración ante los retos que se nos presentan, nos retrotrae a los tiempos más oscuros de nuestra historia y constituye un serio peligro para la democracia y para los derechos conquistados, además de cortar todas las vías para cualquier nueva conquista de derechos en el futuro.

Estas elecciones importan demasiado. Nos jugamos mucho. La candidatura de la Izquierda Plural encabezada por Willy Meyer, es en estos momentos la única opción que aborda de manera sólida los tres frentes mencionados: reversión de las políticas de ajuste, equilibrio entre los Estados miembros y oposición frontal al auge del fascismo. Además no está sola. Converge con el Partido de la Izquierda Europea (PIE), constituido por las principales formaciones políticas de izquierda de Europa, con Alexis Tsipras, líder de la griega SYRIZA, como candidato a la presidencia de la Comisión. Todas estas formaciones comparten un programa común de lucha contra la austeridad y el desmantelamiento de los servicios públicos, defensa de los derechos laborales y sociales, transformación de las instituciones europeas, persecución del fraude fiscal y de los delitos económicos, denuncia y rechazo de la deuda ilegítima y un plan de reindustrialización, creación de empleo y reactivación económica para los países del sur, además de ser las únicas organizaciones que se oponen de manera firme y contundente al avance de la extrema derecha y a su retórica ultranacionalista. La Izquierda Plural y los partidos que conforman el PIE son, en este momento crucial de nuestra historia, la única alternativa real a la miseria y la barbarie. Depende, pues, del apoyo de todos a esta candidatura que sea posible cambiar un futuro de desesperación por uno lleno de esperanza.


Antonio Márquez de Alcalá

jueves, 22 de mayo de 2014

La normalización de RIVAS-VACIAMADRID y el escapismo.

La normalización de RIVAS-VACIAMADRID y el escapismo.

El culebrón de Rivas sigue vomitando noticias. Este miércoles pasado los medios se hacían eco de la decisión de la asamblea local de proponer a su coordinador, Pedro del Cura, como nuevo alcalde tras la dimisión de Pepe Masa. También reproducían las manifestaciones de quienes, en minoría en esa asamblea, califican de “asalto programado” lo sucedido en tantos meses de crisis. Finalmente, las renuncias de concejales se sumaban a un coctel que no dejara de  tener consecuencias en la disposición de tantos ciudadanos  a la hora de votar el próximo 25 M.

De todo esto los afiliados y afiliadas de IUCM nos venimos enterando por esos medios.

De nuevo, este pasado lunes, la mayoría de la comisión ejecutiva  volvió a rechazar la solicitud, que promovíamos 18 miembros de la Presidencia, de reunir a este órgano, el competente para considerar cuestiones relacionadas con la labor de los grupos institucionales de IUCM.

No se trataba de “montar lio” ni siquiera de hurgar en unas evidentes diferencias de fondo sobre el tema entre los protagonistas del acuerdo que alumbro la actual ejecutiva. Solo que los órganos funcionen y ejercen las funciones de dirección que se les suponen. Nada más.

No se cuestiona, más bien se celebraría, que la comisión ejecutiva hubiera sido capaz de intervenir positivamente en la reconducción de este conflicto, pero no nos  parece que evitar la información directa y el debate en los órganos colectivos de dirección política aporte otra cosa que poner en evidencia la inclinación al escapismo  de la actual dirección.  Y, de paso, asumir que el resultado de esta crisis  es responsabilidad suya y solo suya.

martes, 20 de mayo de 2014

Alexis Tsipras, candidato revelación, por Julián Sánchez-Vizcaíno

ALEXIS TSIPRAS, CANDIDATO REVELACIÓN, por Julián Sánchez-Vizcaíno

Hace unos días presencié una interesante discusión entre dos amigos míos. Uno  de ellos decía no creer que hubiera diferencias entre un metalúrgico de Vich y otro de Móstoles. El otro argumentaba que el trabajador catalán sufre la opresión de su lengua y que esta circunstancia marcaba un claro hecho diferencial. El primero contraatacaba: “bueno, puede que la lengua catalana esté algo marginada en el uso oficial, que la dictadura la desplazara del uso común, pero a día hoy el metalúrgico catalán puede emplearla sin problema alguno, y éste, además, siendo bilingüe tiene la suerte de hablar castellano y entenderse con el metalúrgico mostoleño y con otros cientos de millones de personas”. Continuó señalando que deseaba que fuera así en Europa, y que las clases trabajadoras pudieran hacer de sus intereses comunes una lengua universal.  De nuevo el primero intervino para matizar que, a pesar de que reconocía la validez de los argumentos de nuestro otro amigo, también pensaba que la riqueza cultural de una lengua propia no debería subsumirse en la uniformidad aplastante de las lenguas dominantes. ”Estoy de acuerdo”, asintió el segundo, pero de inmediato apostilló que no encontraba ninguna contradicción en el hecho de poder comunicarse en varias lenguas, y, sobre todo, que eso favorecería que los trabajadores pudieran hacer desaparecer las barreras que con tanta fuerza les levantan las clases explotadoras para separarlos y confundirlos. La conversación terminó con un “volveremos a hablar de esto”.

Por su parte, la esfera Parapanda se hacía eco hace un par de días, por mediación del Blog de Antonio Baylos, del debate televisado de Euronews en el que participaron los candidatos a la Presidencia de la Comisión europea. Debate muy interesante, pese a las limitaciones de formato, y que ha pasado casi desapercibido para la opinión pública. Los pocos que, según parece, lo seguimos, comprobamos que estas elecciones en absoluto deberían ser consideradas por la ciudadanía como "de segundo orden". Esta convocatoria es fundamental para nuestro futuro, y así lo avalan tanto la constelación e importancia de los asuntos discutidos, el interesado y cuidado desinterés con que las fuerzas mediáticas y político-sociales del establishment lo han tratado informativamente, como, sobre todo, en mi opinión, la revelación que el debate acreditó de las muy distintas formas de entender la Unión Europea que se pusieron de manifiesto por los candidatos.

De este modo constatamos que no sólo hay "mavericks" en España, ya que Guy Verjhofstadt, histriónico aspirante de los liberales demócratas, ex-primer ministro belga, puede combinar su ultraliberalismo atroz con el apoyo al independentismo catalán conservador. Que el candidato de los populares europeos, por más señas luxemburgúes, señor Juncker, puede ser tan frío en sus comentarios como en proteger el paraíso fiscal que es su país de origen. Que Martin Shultz tiene el mismo problema que los socialdemócrátas españoles, muy difícil subrayar la diferencia con la otra gran fuerza europea cuando su partido gobierna en coalición con Merkel en Alemania. La candidata de los Verdes flojeaba en la concepción ecopacifista con la que estos nacieron, no nos recordaban precisamente a Petra Kelly la defensa de las sanciones a Rusia y su perfil bajo en el rechazo a un abordaje militar del conflicto de Ucrania. Y en esto llegó Alexis Tsipras, el hombre de la izquierda europea, griego por más señas, cristalizando en sus intervenciones una gran referencia que reúne varias cualidades y rasgos, a mi modo de ver indispensables para un nuevo liderazgo y un viraje del proyecto europeo desde una izquierda seria y consecuente.

Mientras que el resto de los contendientes repartían bien consignas o slóganes, o sencillamente matizaban propuestas de los otros, o pretendían conseguir llamativamente la atención del público, Tsipras se refirió a la cruda realidad de una tragedia, la "tragedia griega". Grecia, un país europeo víctima de los desastres acarreados por la desbocada ambición de los mercados, y ahora más por las políticas de "austeridad", lo que Yanis Varoufakis ha llamado posible "kosovización", su transformación en una especie de Estado fallido, como metáfora y pronóstico de una situación que podría no ser solo suya si se continúa con esta orientación implacable para la clase trabajadora de los países europeos.

El candidato de la izquierda también expuso propuestas muy concretas, y se mostró muy creíble como hombre con sentido de Estado y de la responsabilidad, como persona fuertemente comprometida con los valores, las ideas y el proyecto democrático y europeísta del socialismo, que pisa con seguridad en el terreno de las contradicciones que un momento histórico como el que vivimos, en el que la involución hacia la oscuridad de los fascismos no es una descabellada perspectiva, sino una posibilidad real, nos pone descarnadamente ante nosotros.

Tsipras no confunde la realidad con el deseo, sino que está preparado para tomar decisiones que se enfrenten a los mercados y al voraz y salvaje capitalismo financiero, con la mochila de la responsabilidad ante un pueblo al que la izquierda no puede defraudar y con la consciencia de que el poderosísimo enemigo que tiene ante si no cejará ni un segundo en el objetivo de conseguir que la izquierda real y democrática fracase si el pueblo le brindara la oportunidad de gobernar.

La izquierda real debe confirmarse como actor decisivo en el Parlamento europeo que elija al Presidente de la Comisión. Si se diera un despegue significativo de las fuerzas integradas en el Partido de la Izquierda Europea es indudable que se empezarían a romper las costuras de una construcción europea subordinada a los poderes financieros globales, pero para ello es imprescindible la concentración de energías. La concentración frente a la dispersión de apoyos. Tsipras demostró la existencia de un programa común de todas las organizaciones que forman parte del Partido de la Izquierda europea, una fuerte identificación de todas ellas con el potencial simbólico que encarnan su figura y su personalidad política. La trascendencia histórica de estas elecciones es inequívoca, si emergiera una gran fuerza de izquierda transformadora a escala europea, con un gran respaldo parlamentario, las cosas no serían iguales.

Y Tsipras no se esconde, cuando le preguntaron sobre Escocia y Cataluña, contestó diciendo que un Estado no puede retener a un pueblo contra su voluntad, pero, yendo más allá de la diplomática y convencional respuesta de los socialdemócratas y conservadores, de la afirmación del derecho de libre determinación sin más con la que verdes y liberales tomaron posición, dijo que es un error el enfrentamiento de los pueblos. Tomó partido por la unidad de los pueblos y de las clases trabajadoras. En este, como en otros temas, mostró una clara capacidad de implicarse en cuestiones difíciles. Por eso es doblemente creíble.  Porque Tsipras está por la defensa de la democracia y con ello del derecho al propio idioma del metalúrgico catalán, a su libre determinación, pero desde la convicción de que las clases trabajadoras de todos los países europeos también tienen, deben tener, un idioma común, el de la unidad en la defensa de los derechos y el de la unidad en un proyecto emancipatorio para la Europa de los pueblos y de los ciudadanos y ciudadanas.
Después de las elecciones “volveremos a hablar de esto”.


Julián Sánchez-Vizcaíno

martes, 13 de mayo de 2014

Petición remitida al Coordinador de la Presidencia de IUCM.


Estimado compañero,

Quienes te dirigimos este escrito, miembros de la Presidencia Regional de IU-CM, lo hacemos para reclamar la convocatoria inmediata de un Plenario de este órgano que conozca y debata sobre la situación creada en Rivas-Vaciamadrid tras la dimisión de su Alcalde, conocida ayer por los medios de comunicación,  el compañero Pepe Masa.

La crisis en el Ayuntamiento de esa localidad, cuya gestión ha sido emblemática para la imagen de gobierno de IUCM, puede haber entrado así en una nueva fase, tras diez meses de enfrentamiento interno, durante los cuales se ha venido retrasando por parte de la dirección la aplicación de decisiones que posibilitaran una salida no traumática que ahora, al parecer, se ha hecho inevitable y que amenaza con arrastrar la gobernabilidad de ese ayuntamiento dada la situación existente en el grupo municipal.

Entendemos que, además de una razón de higiene -no parece un ejercicio de transparencia ni de lógica democrática el mantener un asunto de esta trascendencia fuera del conocimiento y decisión de los órganos de dirección colectiva-, el tratamiento de este tema en la Presidencia Regional es, también, un mandato estatutario.

Una parte de los firmantes que son igualmente miembros de la Comisión Ejecutiva tuvieron ocasión de solicitar, en la última sesión del pasado día 5 de dicha Comisión ( en la que se aprobó por unanimidad una resolución con el plazo para la puesta en marcha de la hoja de ruta diseñada hacía ya varios meses ), la convocatoria de la Presidencia y de finalizar un tiempo de poca claridad en este asunto, sustituida por la rumorología, petición que ahora te reiteramos todos los y las abajo firmantes .

Quedamos a la espera de tu respuesta, recibe un cordial saludo.

Madrid, 13 de Mayo de 2014.

Andrés Hidalgo, Antero Ruiz, Armando Recio, Ascensión de las Heras, Carolina Cordero, Carlos Girbau, Carlos Gutiérrez, Carlos Penit, Carmen Villares, Gregorio Gordo, Gerardo del Val, José A. Andrés, José Castro, Javier Cobo, José Antonio García Rubio, Julián Sánchez-Vizcaíno, Lali Vaquero, Marifran Argüello

miércoles, 7 de mayo de 2014

El “izquierdismo”, enfermedad infantil de nuestra izquierda, por Manolo Gamella


El “izquierdismo”, enfermedad infantil de nuestra izquierda

No hace falta ser leninista para apreciar el buen sentido de la crítica de Lenin (El “izquierdismo”, enfermedad infantil del comunismo), ya en 1920, frente a propuestas anarquistas, de “dictadura de las masas”, de desprecio por la lucha sindical, o de rechazo a la participación en instituciones parlamentarias y en coaliciones o compromisos.

  • Mucho tiempo y muchas cosas han pasado, pero las viejas dolencias nunca mueren, sólo se transforman, y en nuestra izquierda siguen vivos debates similares, rejuvenecidos y actualizados generación tras generación. Éstos son ahora algunos:

  • El “poder popular”. En estados con voto libre y universal (desde luego muy distintos del que Lenin combatió en 1917) la decisión popular tiene que manifestarse en los resultados electorales, sin que esto signifique que los ciudadanos deban limitar sólo a esto su actividad política. Defender otra cosa es tomar por  todo el pueblo a una parte minoritaria de la ciudadanía a la que se otorga, sin ninguna razón objetivable, la capacidad exclusiva de definir el bien general.

  • La supremacía de los “movimientos”. Los movimientos sociales son la expresión necesaria de la vitalidad de una comunidad, pero por su propia naturaleza son múltiples, parciales, y muchas veces contradictorios. La función de las organizaciones políticas no es controlar estos movimientos, pero tampoco dejarse llevar por ellos. Para cualquier proyecto político coherente no vale todo lo que se mueva, aunque lo que se mueve constituye un factor imprescindible para contar con la realidad de los problemas y con las fuerzas sociales existentes. La izquierda política, en concreto, necesita integrar en un proyecto viable las aspiraciones de progreso social manifestadas por muchos de estos movimientos,  llámense mareas, plataformas, marchas o de cualquier otra manera, y de modo especial las que provienen del mundo del trabajo y de sus organizaciones sindicales.

  • El “cambio de sistema”. Podemos llamar sistema al conjunto de normas constitucionales de la política o, más ampliamente, a las estructuras de poder económico y social predominantes. Naturalmente una izquierda radical no puede aceptar estos sistemas como inmutables, pero tampoco puede tomarlos como realidades monolíticas que haya que cambiar de golpe, y no paso a paso según se consigan con trabajo los apoyos sociales necesarios. Las ilusiones supuestamente revolucionarias en este sentido pueden conducir a resultados diametralmente opuestos cuando esos apoyos no existen.

Las manifestaciones de estos tipos de izquierdismo pueden resultar estimulantes para ciertos militantes convencidos, pero chocan con la lógica de la sociedad y, aún más, con la posibilidad de cambiar realmente las cosas.

Manolo Gamella

lunes, 5 de mayo de 2014

Cambiar Izquierda Unida, por Manolo Gamella


Cambiar Izquierda Unida

Claro que sí, pero esto no es ninguna novedad: toda organización política, y más aún si es de izquierda, necesita continuamente cambios, para avanzar y para adaptarse a la evolución de la realidad. El problema es determinar cuáles deben ser los cambios prioritarios en cada situación, y en concreto aquí en la nuestra.

Un tipo de cambios especialmente potentes son los que se alimentan mutuamente en círculos que pueden ser virtuosos o viciosos, según sea el sentido de la marcha. En nuestro caso por ejemplo:

·        Necesitamos una IU más grande. Un mayor tamaño permite una presencia real en todos los ámbitos de la sociedad, con dos funciones esenciales: para recoger las preocupaciones de los ciudadanos, y para difundir propuestas de solución y de acción. Permite también ser percibidos como representantes cotidianos, no sólo electorales, de un sector amplio de la sociedad, y poder contar con capacidades humanas y técnicas para atender eficazmente a los múltiples aspectos sectoriales de una política transformadora. El tamaño potencia además la estabilidad interna, entendida no como inmovilismo, sino como solidez y responsabilidad ante oscilaciones oportunistas o posiciones personales.

·        Necesitamos una IU cuyo proyecto sea aceptado por una porción determinante de la sociedad. Para ello ese proyecto tiene que contener propuestas realistas para todos los problemas de una sociedad compleja, e integrarlas de manera coherente. Tiene además que incluir las formas y los medios para llegar a ser conocido y valorado por todos los segmentos sociales a los que se dirige, hasta lograr un apoyo suficiente para hacer eficaces nuestras políticas.

Es fácil ver que los cambios hacia una IU más grande pueden impulsar avances de este segundo grupo y, a la inversa, es difícil imaginar un proceso de crecimiento que no esté sustentado por mejoras en el proyecto y en su penetración social. Estamos así en una rueda donde cada avance de una parte impulsa en el mismo sentido a la otra y viceversa. Todo depende de que el movimiento arranque, y de que lo haga en el sentido positivo y no en el contrario.

Por desgracia la relación entre militantes y votos en nuestra izquierda es actualmente la más baja de la reciente historia democrática. Esta debilidad sólo puede ser combatida haciendo girar la rueda mediante acciones que aúnen y realimenten el crecimiento cuantitativo y cualitativo de la organización con la amplitud, fiabilidad y coherencia del proyecto y de su difusión en la sociedad.

Creo que esta línea de cambios es hoy básica y prioritaria frente a tentaciones, tanto fundamentalistas como de movimientismo coyuntural, aunque sin abandonar, sino más bien combinando, la atención a las necesidades concretas en materia de alianzas políticas y sociales.

Manolo Gamella